miércoles, 16 de enero de 2013

EL PETISO OREJUDO

Cayetano Santos Godino era conocido como El Petiso Orejudo, un joven argentino asesino en serie. Cayetano cuando era pequeño era maltratado por su padre, que prácticamente lo tenía abandonado en la calle.
Imagen a tamaño real puesta en su celda.
Cuando tenía siete años cometió su primer intento de asesinato. Raptó a un niño de 21 meses y lo llevó a un descampado, lo golpeó y lo empujó hacia un montón de espinas, casualmente pasaba por allí un policía y se llevó a ambos niños a la comisaría. Con ocho años volvió a repetir el mismo modus operandi con una niña de 18 meses a la que golpeó salvajemente con una piedra en la cabeza, y nuevamente fue descubierto por un policía, pero fue soltado de nuevo.

Pero con nueve años cometió su primer asesinato, raptó a una niña de tres años y se la llevó a un descampado donde intentó estrangularla, luego la enterró viva en una zanja. Este asesinato fue conocido años después cuando él confesó pero cuando los policías se dirigieron al lugar, allí se había construido una casa de dos pisos, por lo que la niña nunca fue encontrada.
Unos días después el padre de Cayetano lo descubre torturando a animales y fue recluido dos meses.
Una vez en libertad, intentó ahogar a otro niño pero fue descubierto y él se inventó una excusa para librarse de la culpa. Y poco tiempo después le quema los párpados con un cigarro a un niño de dos años.

Los padres cansados de Cayetano lo llevaron a la policía y fue ingresado en un centro de menores durante tres años, pasados esos tres años los padres pidieron que fuese liberado, lo que no esperaba es que su violencia empeoraría.  Ahorcó a un niño de trece años, prendió fuego al vestido de una niña de cinco años que también murió... Y muchos intentos de asesinato que fueron frustrados por personas que lo descubrieron. 
Pero sin duda el peor asesinato fue el de Jesualdo, se encontraba jugando en la puerta de su casa y Cayetano lo convenció para ir a un almacén cercano, una vez allí intentó ahogarlo con una soga que llevaba puesto como cinturón, pero como el niño no moría decidió utilizarla para atarle piernas y manos. Comenzó a golpearlo sin parar y cogió un clavo que encontró por allí y utilizando una piedra como martillo, se lo clavó en el cráneo. Una vez se aseguró que estaba muerto lo cubrió y huyó.
El propio Cayetano fue al entierro de la víctima y le tocó la cabeza para comprobar los efectos del clavo.
Un día después fue detenido por la policía y confesó todos los crímenes.

En 1913 ingresó preventivamente al Hospicio de las Mercedes, donde intentó asesinar a varios internos. En 1915 fue condenado por tiempo indeterminado y en 1923 fue trasladado a la prisión de Ushuaia, estuvo un tiempo en el hospital por una paliza que le dieron los presos ya que mató a dos gatos que eran las mascotas de la prisión.
Y poco tiempo después murió en circunstancias que no están claras. En ningún momento mostró arrepentimiento por los crímenes cometidos.

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